En 2013 el régimen de Assad en Siria estaba metido de lleno en su estrategia de dirigir intensos ataques aéreos contra civiles.
La ciudad de Homs había sido arrasada tras meses de ataques a principios de 2012, implicando la ocupación de casi toda la zona por parte de un desbordado ejército sirio que repetiría la estrategia por todo el país.
Los cuerpos de los fallecidos en zonas de oposición muchas veces quedaban sin enterrar, mientras que los heridos eran abandonados a su suerte.
Mientras tanto, grupos de ciudadanos intentaban ayudar tras los ataques, pero normalmente no estaban preparados ni organizados.
Fue cuando James Le Mesurier, un antiguo militar del ejército británico, decidió ir más allá y buscar financiación e infraestructuras para un servicio de voluntariado a tiempo completo.
Después de un entrenamiento básico, los primeros voluntarios (un equipo de 20 personas) no tardaron en estar en el campo.
Después llegaría más ayuda de gobiernos y ONGs de Estados Unidos, Reino Unido y los Países Bajos, que hicieron que los Cascos Blancos se establecieran como Defensa Civil Siria en octubre de 2014.
Los Cascos Blancos son voluntarios procedentes de todos los ámbitos de la vida, cualquier persona que quiera salvar vidas es bienvenida en este grupo y no necesitan tener experiencia.
En general son un grupo de personas de cualquier profesión: panaderos, sastres, ingenieros, farmacéuticos, pintores, carpinteros, estudiantes y demás.
Los voluntarios de los Cascos Blancos salvan a personas de todos los bandos del conflicto bajo la premisa de “Humanidad, solidaridad e imparcialidad” según lo que dicta la ley humanitaria internacional.
Su inspiradora labor les ha llevado a merecer el reconocimiento internacional más alto para el Premio Nobel de la Paz.
En tiempos tan difíciles, los Cascos Blancos demuestran que la guerra divide pero también une al mismo tiempo.
Divide las relaciones políticas entre naciones pero une a un pueblo.
El compromiso bajo el que se rigen los guía en cada vida salvada, de forma que en una época de destrucción, puedan dar esperanza a todos los sirios.
Lamentablemente muchos han pagado el precio más caro al arriesgar su vida para rescatar sobrevivientes entre los escombros: 252 Cascos Blancos han muerto ayudando a otros.
Aún nos queda mucho por aprender de éstas personas que decidieron volverse “héroes” en épocas de necesidad y desesperación.
En un conflicto en el que demasiadas personas han elegido la violencia, los Cascos Blancos se despiertan cada día para salvar las vidas que otros están tratando de arrebatar por todos los medios.
Administradora de Artemayab, empresa dedicada a la comercialización de hamacas artesanales de manera nacional e internacional,
Internacionalista por la Universidad del Valle de México con diplomado en aduanas por FCA International,
Especialista en logística de envíos internacionales y gestión de procesos administrativos.
Los puntos de vista y opiniones expresados aquí son los del autor y no reflejan necesariamente la política o la posición de CEIM. Cualquier contenido proporcionado por nuestros bloggers o autores es de su opinión. El contenido de este sitio no constituye el respaldo de ninguna afiliación política y no refleja las opiniones de los miembros del personal y la dirección.
