El Sahel es la zona de transición entre el Desierto del Sahara y el África verde, es una franja que recorre desde el extremo más oriental al más occidental del continente, constituida por 15 países. Comprende una de las regiones más complejas del tablero geopolítico global, los intereses y problemáticas que conflagran allí trascienden las capacidades de los gobiernos locales, por lo que es un lineamiento común entre estos la cooperación regional en materia de seguridad así como el acercarse a Europa, una relación condicionada que deja entrever el legado colonial que dejaron los europeos tras el proceso de descolonización que comenzó y terminó el siglo pasado, pero del cual quedan vestigios importantes como la alta dependencia económica y política de los países de la región hacia sus ex colonizadores.
Francia ha sido remarcablemente más avasalladora que la mayoría de ex potencias colonizadoras; su área de influencia más directa y considerable en la actualidad corresponde a la zona occidental del Sahel, conformada por los países del G5 Sahel (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger). Estos países tienen una grave situación de seguridad motivada por la presencia de células terroristas vinculadas a Al-Qaeda del Magreb islámico (AQMI) y también a otras organizaciones islámicas radicales.
Francia ha manifestado abiertamente el interés que tiene en resguardar la estabilidad de esta región saheliana, sin embargo, los motivos no son claros. Quizá el más evidente e importante supone el control de la región y la manutención de la paz para evitar migraciones masivas que tengan como destino al país europeo. También se especula que el interés va más allá de esa jugarreta geoestratégica, el interés de mantener la paz en la región maquilla las verdaderas intenciones que suponen la manutención del dominio e influencia sobre sus ex colonias, y también controlar los recursos y comercio en la región.
París encontró hace tiempo la justificación jurídica que le permita tener una presencia militar en la región. La petición directa del gobierno de Mali, representado por Diocounda Traoré, a la entonces administración francesa del ex presidente François Hollande por apoyo militar.
Esta plática culminó con la implementación de la Operación Serval, una iniciativa bilateral entre el gobierno maliense y el francés para recibir apoyo militar directo y efectivos de la milicia francesa con el objetivo contrarrestar la pérdida de algunas zonas del país africano a manos de grupos terroristas islámicos. La operación comenzó el 11 de enero de 2013 y culminó el 31 de julio de 2014. Fue inmediatamente reemplazada por la infame Operación Barkhane, un esfuerzo conjunto entre el gobierno francés y los gobiernos del G5 Sahel para permitir la presencia de efectivos militares franceses en territorios sahelianos de estos países.
La administración de Emmanuel Macron le dio continuidad al tratarse de un tema de seguridad para los intereses de París, pues les garantiza el freno a posibles migraciones masivas en la región y provenientes desde el sur del continente africano con destino a Europa y Francia específicamente.
Esta iniciativa ha sido tan respaldada por miembros de la Unión Europea, que, en marzo del 2020, Bélgica, República Checa, Dinamarca, Estonia, Alemania, Malí, Níger, Países Bajos, Noruega, Portugal, Suecia y Reino Unido se unieron a Francia con una iniciativa de seguridad en la región que trabajar en conjunto con la Operación Barkhane, que dio como resultado la implementación de la Fuerza Especial Takuba, en apoyo al gobierno de Mali y a los otros miembros del G5 Sahel.
Presencia militar de Francia
La presencia militar de Francia ha supuesto un avance en la recuperación de territorios otrora perdidos por los gobiernos locales a manos de grupos terroristas islámicos. Sin embargo, como toda incursión militar, las consecuencias no tardan en llegar. Los terroristas se han replegado a otras zonas más fronterizas que ahora controlan, ha recrudecido la violencia y numerosos atentados han tenido lugar desde entonces en distintas ciudades y países de la región. Igualmente, los franceses han sufrido decenas de bajas en los enfrentamientos directos con terroristas ligados al AQMI. No se ha reflejado un resultado positivo general.
La Operación Barkhane ha sido ampliamente cuestionada por la mayoría de los locales, además, un sector importante del pueblo francés no ve con buenos ojos la implementación de esta jugada militar de Francia en la región.
Esta presencia le está costando popularidad a la actual administración francesa, y en la población del Sahel se profundiza el rechace generalizado de la presencia europea, en donde una parte los sahelianos miran con esperanza la presencia de Europa, como una salida a la violencia y un paso hacia el camino de la estabilidad, mientras que otra gran parte ve a los europeos en busca sus propios intereses en la región con el respaldo de la OTAN, usando a los gobiernos locales como sus peones y arietes sin tomar en cuenta a los intereses de la población de los países sahelianos.
La presencia militar de Francia está justificada a la luz de sus propios intereses, la Operación Barkhane ha dejado al descubierto algunos de ellos, escudándolos en la iniciativa de los gobiernos locales de acudir a Europa por ayuda. La presencia de grupos yihadistas vinculados a AQMI parece inquietar de sobremanera a los europeos, ya que la región cuenta con 5 ejércitos de diferentes países dedicados a combatir a estos grupos, además de la presencia de algunos miles de militares franceses con considerables recursos tecnológicos que rebasan la capacidad de esas agrupaciones terroristas. Sin embargo, la vinculación motivada por los mandatarios africanos le ha otorgado una iniciativa importante a París en aras de conservar y ejercer de manera efectiva su dominio en la región, no solo mediante su presencia militar, sino a través de su discurso.
Otro aspecto al que habrá que poner mucha atención es que la retórica manejada por el Presidente Macrón en la Cumbre del G5 Sahel (llevada a cabo en febrero del año en curso) peca de egocéntrica, asegurando a los mandatarios locales que “necesitan” la ayuda francesa y les exhorta a resolver los conflictos políticos internos; esto podría alentar de manera directa el despotismo de los gobiernos locales, considerando que una cantidad importante de personas rechazan la presencia francesa en la región.
No sería de extrañarse que las autoridades comiencen a considerar estas posturas como en pro del yihadismo y del AQMI para posteriormente aplicar algún tipo de ley antiterrorista o preventiva contra sus propios connacionales con tal de mantener contento a París.
Es un tema delicado y sumamente importante, por lo que será necesario poner especial atención al desarrollo de la situación de seguridad en el Sahel.
Ulises Cobos Palestina, Estudiante de Relaciones Internacionales por la Universidad del Valle de México.
Referencias:
Arslan, F. (08 de enero, 2021) “La controversia que generan los ataques aéreos franceses en Malí”, en Anadolu Agency, recuperado de: https://www.aa.com.tr/es/mundo/la-controversia-que-generan-los-ataques-a%C3%A9reos-franceses-en-mal%C3%AD/2103673
Gouvernement de la République française (2020) “Amenaza terrorista y acción de Francia en el Sahel” en Site du Ministère de l’Europe et des Affaires Étrangères, recuperado de: https://www.diplomatie.gouv.fr/es/politica-exterior/defensa-y-seguridad/terrorismo-accion-internacional-de-francia/amenaza-terrorista-y-accion-de-francia-en-el-sahel/
Gouvernement de la République française (2020) “Opération Barkhane” en Site du Ministère des Armées, recuperado de: https://www.defense.gouv.fr/operations/afrique/bande-sahelo-saharienne/barkhane/dossier-de-reference/operation-barkhane
HispanTV (15 de febrero, 2021) “Macron trata de justificar presencia militar de Francia en África”, recuperado de: https://www.hispantv.com/noticias/francia/487568/macron-evalua-presencia-militar-africa
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