El juego del Calamar
La popular serie de Netflix “El juego del Calamar” o “Squid Game” rompió records de reproducciones.
La serie es una mezcla de influencias: mangas y manhwas con temas distópicos y críticos –como Battle Royale, donde las personas deben asesinarse entre sí en un lugar escogido por el gobierno-, programas asiáticos de concursos por televisión y juegos infantiles como “luz roja, luz verde”, canicas y “tira y afloja” …
El argumento es relativamente sencillo: 456 personas con deudas compiten entre la vida y la muerte en diversos juegos para repartirse un monto equivalente a 680 millones de pesos.
Pero otro de los factores de su éxito es el mensaje crítico sobre la desigualdad social y al malestar del capitalismo en la sociedad surcoreana.
Y es que, a partir de esta exitosa serie, se conoce ahora respecto al impacto de las deudas en Corea del Sur: los préstamos bancarios a hogares para hipotecas, acciones y gastos de manutención aumentaron US$1,54 billones en el segundo trimestre de este año, aproximadamente el equivalente al PIB del país y el mayor aumento anual desde el 2003, según datos del Banco de Corea.
Pero la situación es peor respecto a los préstamos ilegales.
En la vida real, tarjetas brillantes son lanzadas al pie de las personas en Seúl para promocionar préstamos rápidos que pueden alcanzar tasas anuales de 210%.
En el fondo, Corea del Sur vive condiciones de desigualdad, desempleo y precarización laboral que son comunes a muchos países- incluyendo México- y que han quedado aún más en evidencia a partir de la reciente crisis provocada por la pandemia.
Kill Bill
Uno de los primeros pensadores en cuestionar al capitalismo desde el acontecimiento del COVID-19 fue el filósofo esloveno, Slajov Žižek.
Desde su punto de vista, la crisis pandémica es comparable con el “golpe de 5 puntos” de la película Kill Bill, una técnica certera de golpes sucesivos que no matan de inmediato al capitalismo dejándolo vivir brevemente hasta estallar su corazón: cadenas productivas rotas, comercio mundial paralizado, shocks de oferta y demanda, desempleo, deterioro de las capacidades y empobrecimiento.
Así, la crisis cuádruple que hoy atravesamos -sanitaria, económica, social y política-también nos invita a debatir sobre el futuro de la economía de mercado.
Sin duda, la ficción del “Juego del Calamar” y la realidad que vivimos nos conducen a una conclusión central: el sistema capitalista es por naturaleza desigual, conduciendo cíclicamente a crisis que tienen un profundo impacto en las sociedades…bajo esta característica intrínseca: ¿valdría la pena conservarlo, reformarlo o abolirlo?
Aquí existen muchas ideas de a dónde ir. Bien vale la pena hacer un breve recuento de las ideas actuales sobre el futuro (o sustitución) del capitalismo.
Poscapitalismo
La desigualdad de ingresos, los ciclos repetidos de auge y caída y las grandes externalidades del capitalismo como el cambio climático han llevado a economistas, pensadores políticos y filósofos a comenzar a considerar seriamente su superación, bajo estas premisas Paul Mason, en 2015, acuño el término poscapitalismo.
Joseph Stiglitz se ha sumado a la discusión al publicar, en 2019 un libro titulado Capitalismo progresista: La respuesta a la era del malestar, cuya tesis central afirma que el error del capitalismo es la “adopción de la fantasía neoliberal de que los mercados sin trabas pueden generar prosperidad para todos”.
Una visión que, para el autor, debe ser descartada para “establecer un capitalismo progresista”, basado en un “nuevo contrato social entre los votantes y los funcionarios electos, entre los trabajadores y las empresas, entre los ricos y los pobres, y entre los que tienen empleo y los que están desempleados o subempleados”.
Esta visión neokeynesiana y socialdemócrata, comparte parte del diagnóstico, pero difiere en la solución con Thomas Piketty al proponer un “socialismo participativo”.
En su libro Capital e ideología, también del 2019, Piketty afirma que “basándome en experiencias históricas disponibles, estoy convencido en que es posible superar al sistema capitalista actual y diseñar los rasgos de un nuevo socialismo participativo para el siglo XXI; es decir, una nueva perspectiva igualitaria de alcance universal, fundada en la propiedad social, la educación y compartir los saberes y los poderes”.
El modelo del socialismo participativo señala “se basa en dos pilares esenciales tratando de superar el sistema actual de propiedad privada, por un lado, mediante la propiedad social y la división de los derechos de voto en las empresas y por otro, mediante la propiedad temporal y la circulación de capital”.
Por su parte, Joe Guinan y Martin O’Neill preconizan la necesidad de una democracia económica basada en “la noción de extender los principios de la soberanía popular desde el ámbito de la política a la gobernanza a la economía”, constituyendo una alternativa tanto al capitalismo como al socialismo tradicional enfatizando la necesidad de “ayudar a fortalecer la igualdad política y la democracia al reducir las desigualdades que se originan en la propiedad y el control de las empresas”.
Esta postura atiende además a la idea de que la creciente desigualdad del poder económico podría hacer inviable a la democracia misma “si queremos vivir en sociedades democráticas, entonces necesitamos permitir que las comunidades den forma a sus economías locales”.
En este breve estado del arte sobre el poscapitalismo es necesario dar cuenta también de la propuesta realizada por la Internacional Progresista de un Green New Deal, donde descarbonizar la economía, renovar las industrias y reducir las brechas económicas adquieren una nueva dimensión en la agenda pública.
La última lectura obligada es la propuesta por Muhammad Yunus en su libro Un mundo de tres ceros, del 2019.
En este libro, el “banquero de los pobres” propone erradicar la pobreza (primer cero), a través de la creación de empleo (segundo cero), sin emitir gases netos de carbono (tercer cero), por medio de las empresas sociales.
Es importante señalar que el concepto de empresas sociales se propone a partir de la conciliación entre filantropía y ganancia, es decir, empresas diseñadas para satisfacer las necesidades humanas, donde la acumulación de riqueza es descartada sin significar que no dejen de ser auto sostenibles y generadoras de bienestar para quienes formen parte del emprendimiento.
Mientras que las ficciones iniciales a este texto nos muestran los defectos reales del capitalismo, la lectura de los autores antes citados nos regresa la esperanza de que otro mundo es posible si se piensa bien hacia dónde ir.
Referencias
Piketty, Thomas, Capital e ideología, Editorial Planeta, Barcelona, 2019
Risse, T. y Sikkink, K. The socialization of international human rights norms into domestic practices: Introduction. En T. Risse, S. Ropp y K. Sikkink (eds.), The power of human rights: International norms and domestic change (pp. 1-39). Cambridge: Cambridge University Press, 1999
Sachs, Jeffrey, Economía para un Planeta Abarrotado, Ed. Debate, México, 2005
Stiglitz, Joseph E. Capitalismo progresista. La respuesta a la era del malestar, Taurus, Madrid, 2019
Stiglitz, Joseph E., El malestar en la globalización, Editorial Taurus, México, 2003
Yunus, Muhammad, Un mundo de tres ceros. La nueva economía de pobreza cero, desempleo cero y cero emisiones netas de carbono, Editorial Paidos, México, 2019
Žižek, Slavoj, Acontecimiento, Sexto Piso, México, 2014
- Es Director General de Gestión y Vinculación Académica del Centro de Estudios Internacionales del Mayab (CEIM);
- Internacionalista por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Maestro en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY);
- Docente universitario especialista en geopolítica, seguridad y terrorismo; y
- Experto en diseño e implementación de políticas públicas.
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